Biografía de San Medardo

Medardo nació en el territorio de la actual Francia en la villa de Salency, muy cerca de la actual ciudad histórica de Noyon. Eso fue alrededor del año 456 ó 458. Jesús se hizo glorificar en la vida de Medardo de manera particular, por lo cual nosotros también rendimos culto a su persona.

El obispo Medardo sirvió a la gente de su época en medio de tensos y turbulentos cambios sociales. Profundamente inspirado y cautivado por la persona de Jesucricto quiso buscar y compartir con los demás los valores que elevaran la dignidad humana y apuntaran a la grandeza del Creador. Presentó a las mujeres y a los hombres la visión de la humanidad y del respeto mutuo. Les mostró el valor del mutuo respeto y les señaló el valor de la apreciación del trabajo y de la dimensión moral de los demás. Constituían puntos fuertes de su personalidad una excepcional generosidad material y una magnanimidad en la ayuda a los demás.

Medardo fue ordenado sacerdote en el año 489 y elegido obispo en el año 530. Vivía en una época en la cual el mensaje del Evangelio empezaba tan sólo a echar raíces en el Reino Franco y los valores del Evangelio no se admitían fácilmente. Conocía muy bien las dificultades por las que pasaba la sociedad en la que vivía. Conoció también las transformaciones por las que atravesaba la institución del matrimonio. Tenía una relación personal con las parejas casadas y conocía sus necesidades concretas, puesto que como obispo pasaba mucho tiempo visitando ciudades, pueblos, poblados y caseríos. Siendo consciente de las transformaciones sociales y culturales de su época, Medardo dió un valor a la institución del matrimonio. Pensaba sobre nuevos caminos para la iglesia de los casados en el futuro. El obispo Medardo murió el 8 de junio del año 560.

Padre Celestial nuestro, te damos gracias por tu Hijo y nuestro Señor Jesucristo. Él es para nosotros el camino, la verdad y la vida. Te damos gracias porque el santo obispo Medardo te glorifió con su vida en Jesucristo. Emprendió un camino, permanecía en la verdad y vivía una vida de bendición. En su trato con los demás rebosaba de generosidad y de magnanimidad. Con su vida nos enseñó cómo podemos glorificarte y cómo podemos adoptar la misma actitud que tenía Jesús. Danos tu Espíritu Santo, para que nosotros también podamos vivir según su ejemplo y para que podamos celebrarte con nuestras vidas. Amén.